La pareja de bailarines produce "Orestes, Ultimo Tango", una ópera con música de Buenos Aires que estrenarán en marzo. Tendrá coreografía de Oscar Araiz y dirección general de Betty Gambartes.

CAMILO SANCHEZ

No será Rotterdam o Berlin, pero afuera se cocina a fuego lento una tarde soleada en la Plaza Dorrego, más San Telmo imposible. En un primer piso con balcones que caen sobre lo que será, el domingo, el Mercado de Pulgas, un muchacho de Holanda y una chica alemana trazan cortes precisos como si hubieran nacido, por ejemplo, en Barracas.

Ricardo Klapwijk y Nicole Nau-Klapwijk — Ricardo y Nicole en el ambiente— tienen en su haber algo más de una década en la milonga y en el escenario como para acreditar un lenguaje propio: ellos hablan en el tono titubeante de quien aprendió el castellano de grande, todo mixturado con la palabra pibe, o con la palabra arrabal con una erre arrastrada y extranjera.

Entre una clase y otra, ahora parecen disfrutar de tener, entre manos, el destino de un proyecto generoso. Como productores, invitaron a Betty Gambartes y Diego Vila, que armaron un equipo de lujo. Con ella, Ricardo y Nicole le están dando el puntapié inicial a Orestes, último tango, una ópera con música de Buenos Aires, basada en la obra teatral El reñidero de Sergio De Cecco. Cuestiones de la organización europea, la ópera ya cuenta con fecha y lugar precisos de estreno: 23 de marzo de 2002, en el teatro Schouwburg de Rotterdam.

Lo de equipo de lujo no es mera frase. Betty Gambartes, a cargo de la dirección general, eligió y adaptó en versión libre la obra de De Cecco. Y junto a Diego Vila, encargado de la composición y de la dirección musical, llamaron a Oscar Araiz, que quedó al frente de la coreografía (ver Palabra de Araiz). Además, fueron convocados Julia Zenko como intérprete de tango, Graciela Mazzoni, Carlos Víttori y Rodolfo Valls como cantantes líricos. En total, el grupo reunirá a unas 20 personas. "No nos fue mal cuando presentamos Tango Total en el World Music Theater Festival de Holanda, en 1999...", dice Ricardo. "Nos fue bastante bien", corrige Nicole.

Palabra de Araiz

Oscar Araiz, sin salirse de su calma, se muestra entusiasmado. Fue convocado para el proyecto por Betty Gambartes y no tuvo dudas. "Había trabajado con ella y comprobé lo seria que es", dijo. Y confió que la ópera y el tango son dos desafíos tentadores. "Además, lo lindo es estar en un proyecto desde los inicios, formar parte de la construcción y gestación de un espectáculo". La pieza adaptada, El reñidero, fue un elemento a favor que Araiz puso en la balanza. Y mientras afuera arrecian los malos vientos del riesgo país, el coreógrafo dijo que contar con el apoyo de Holanda "nos da seguridad de poder concretarlo".

Después de aquella presentación, quienes organizan ese festival que se realiza cada tres años, tentaron al holandés tanguero y a la alemana milonguera para que se le animaran a una ópera. Al principio dudaron, pero hicieron cuentas, barajaron nombres, buscaron un respaldo y ahora están ya, sin retorno, camino a la cancha.

En la otra vida, unos doce años atrás que ya parecen un siglo, Ricardo era arquitecto en Holanda y Nicole trabajaba como diseñadora gráfica en Alemania. Seducidos cada uno por su lado con el tango se encontraron, lo que a esta altura parece una fábula íntima de la pareja, en el patio del Hotel Victoria. Una señal que no dejaron escapar.

Hoy, mientras dejan el mapa de la ópera trazado para retomarlo a su regreso, están en estos días de gira por Suiza, Italia, Alemania, Holanda y Grecia. A la vuelta, la mira estará puesta absolutamente en la ópera. "Encarar una ópera —dice ella, en ese combo de lunfa y extranjería— después de María de Buenos Aires, de Piazzolla y Ferrer, es más que un desafío...". "El secreto para perder el miedo fue apoyarnos en gente muy capa", dice él, que parece más confiado.

Los personajes están situados en un arrabal porteño: un mundo de guapos y malevaje, con códigos de honor donde domina el rigor del cuchillo. "La muerte de un guapo, Pancho Morales —explican— sirve de disparador para contar la historia". Lanzados en el proyecto grosso, Ricardo y Nicole saben que juegan con la contra de no haber nacido en Buenos Aires para animarse a tanto. "A esta altura estamos curtidos. Siempre hemos tenido críticas y también amigos entrañables que nos acompañan en todo. No son muchos, como le pasa a cualquier argentino, pero los amigos están y confían...", dicen, a medias, los integrantes de la pareja. Apuntan, como al pasar, que llegaron a Buenos Aires, y se quedaron, cuando el tango no era todavía ningún boom.

Y algunas medallas, la verdad, tienen. Actuaciones con Juan Carlos Copes y Pepito Avellaneda, un libro sobre el tango —Un baile bien porteño— que escribió Nicole y se editó aquí y en Europa, un sitio de Internet que comanda él y que cuenta con doscientas páginas. Giras casi todos los años y una frase que rescatan, entre tantas, del Polaco Goyeneche, cuando compartían el escenario del Café Homero. "Ustedes bailan bárbaro y tienen que pegarle para adelante...", les dijo el cantor una noche, en tono oracular. Ellos dicen que están en eso.

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